Simpático, elegante y seductor. Así se mostró Luis Miguel en el show que dio anoche en Tucumán, ante miles de fanáticos eufóricos. El cantante dio cuenta de su condición de estrella internacional en un espectáculo que empezó con apenas 10 minutos de atraso (aún había gente esperando a ser ubicada cuando él salió a escena) y que estuvo regado de clásicos, y sustentado por una banda y un sonido formidables.

“Quién será” fue la canción elegida para arrancar el recital. Inmerso en un alud de gritos y aplausos, “Luismi” se dejó ver por primera vez ataviado en un impecable traje negro con camisa blanca. La pantalla gigante del escenario central amplificaba la radiante sonrisa del mexicano, que se demoró seis canciones en saludar a sus seguidores. “¡Buenas noches Tucumán, qué lindo público!”, se entusiasmó.

“Tú, sólo tú”, “Dame tu amor”, “Sol, arena y mar” y “Suave” le siguieron a la canción inaugural en forma de enganchados, un recurso al que Luis Miguel apeló bastante durante el espectáculo y que le sirvió para reunir más de 30 temas en una hora y cuarenta minutos. Desde sus lugares, la multitud -mujeres, en una aplastante mayoría- coreó cada uno de los estribillos. La emoción por ver a su ídolo no fue en desmedro de la coquetería: muchas de ellas resistieron el viento frío con profundos escotes, piernas descubiertas y peinados de peluquería.

El entusiasmo de Luis Miguel fue in crescendo con la progresión del show. Nunca dejó su sonrisa de lado, pero durante la primera parte se mostró más bien discreto. A partir del segundo cambio de ropa (camisa, chaleco, corbata y pantalón negros), se lo vio más animado: extendió varias veces el micrófono hacia el público para que este completara las frases y enloqueció a las fans con sutiles movimientos de pelvis. Fue la parte más romántica del show, el turno de canciones como “Yo que no vivo sin ti”, “Culpable o no”, “Hasta que me olvides” y “Te necesito”.

El éxtasis de la noche llegó en el tercer bloque. No sólo porque Luismi dejó ver más piel (una remera mangas cortas resaltaba sus brazos trabajados), sino también porque se animó a un mayor intercambio con el público. Sin que se lo pidieran -aunque gustó y mucho-, el artista dio la espalda a la platea y meneó la cola varias veces. Luego, asistido por un guardaespaldas, se acercó a la primera fila y rozó las manos de las cientos de personas que se aglutinaron frente a él. Completó el show con “Te propongo esta noche”, “Déjà vu” y “Labios de miel”. Faltó “La incondicional”, se quejaron algunas, pero para incondicionales bastaron las seguidoras, que aplaudieron al mexicano hasta el minuto final.

ENTRE LA ESPERA Y LA CENA

LAS MODISTAS DEL ASTRO.- María, María Esther y Elena (foto) vieron todo el recital de Luis Miguel desde el costado. Las tres costureras fueron contratadas por la organización del recital para atender al artista mexicano y a su grupo ante cualquier contingencia. “Estamos en el camarín a disposición de él para cualquier cosa que haga falta, para cualquier emergencia de costura por un ruedo que se rompa o un botón flojo o para plancharle las camisas, porque debe estar pulcro, todo perfecto”, explicó María Esther a LA GACETA, quien tiene entre sus pergaminos haber estado en el atrás de escena de Ricky Martin.

CINCO HORAS DE VIAJE.- Cinco personas esperaban ayer, desde antes de las 10 de la mañana, para entrar a Central Córdoba. Eran las primeras de la fila de generales, y a la cabeza estaban dos de las hermanas Saguir, quienes guardaban el lugar a la espera de que llegue toda su familia, desde la abuela para abajo. Entre las mujeres estaba entremezclado el monterizo Alberto, quien se confesó seguidor de Luis Miguel desde los 12 años: “soy un loco fanático, no me importa estar mil horas acá con tal de verlo”. El grupo se completaba con madre e hija, María Luisa y Natalia Gabriela Gallardo, quien hizo más de 450 kilómetros para ver a su ídolo, ya que enseña en la localidad de Los Telares, en el interior de Santiago del Estero. “Desde anoche vengo viajando con mis hijos, que los dejé en casa de mi hermana. Les reventé la cabeza toda la ruta con Luismi, quedaron saturados mal luego de cinco horas”, afirmó. El grupo se completaba con Paola Peralta, quien ayer no estuvo en el recital, sino que lo escuchó desde su casa, en Rondeau al 900.

COMIDA BAJO CONTROL.- El bar vegetariano Muña Muña recibió una llamada sorpresiva en la noche del lunes. Desde la organización del recital le pidieron cuatro platos veganos y seis vegetarianos, que fueron sometidos a un estricto control de calidad y con máxima precisión de su contenido: los elegidos fueron chorizos de tofu y albóndigas de lenteja, con sus respectivas guarniciones por separado, cuatro porciones de torta de chocolate vegana de postre. La comida era para el propio Luis Miguel y sus músicos, según les dijeron.

UNA FOTO DE DOS DÉCADAS.- Hizo cola desde temprano en la tarde, con una imagen como imán. Sonia Zarzosa llevó al show una foto donde aparece en compañía del cantante, que fue tomada en su última presentación en la provincia, hace ya 20 años. En todos los alrededores del estadio Fernando Pedro Riera se instalaron vendedores de merchandising con pines, gorros, banderas y remeras, junto a los clásicos puestos de comida.


Hubo que esperar 20 años para que Luis Miguel vuelva a pisar tierras tucumanas. Y el regreso fue triunfal, impecable. LA GACETA / Fotos de Juan Pablo Sánchez Noli y Diego Aráoz (Todas de uso prohibido)